A lo largo de la historia nos hemos encontrado con diferentes imágenes que representan la figura masculina en estatuas, pinturas, cerámicas. Algunas caracterizadas por unos abdominales perfectos, unas nalgas paradas, brazos y piernas tonificadas, otras con un abdomen prominente (barrigón, como dirían popularmente), pero lo que más llamaba la atención era como se mostraban sus penes, algunos pequeños, otros exagerados en cuanto a la proporción con lo restante del cuerpo.
Esto nos permite ver que el interés por el tamaño del pene se ha presentado a lo largo de toda la historia de la humanidad, sin embargo, es importante que preguntemos el por qué…
Lo primero es entender que la masculinidad se ha visto relacionada con la virilidad, que a su vez se representa no solo en la fuerza física, sino en el tamaño del pene, así como la potencia y resistencia en los encuentros sexuales; esto nos lleva a aclarar el primer mito “un hombre es mejor polvo* entre más aguanta, entre más tiempo logra mantener una erección”.
Pero ¿por qué es un mito?, pensemos en el concepto de sexualidad, generalmente asociamos este termino con lo coital, es decir relaciones sexuales penetrativas, usualmente de carácter heterosexual (hombre-mujer), no obstante, son muchísimas las practicas que conforman esta dimensión de los seres humanos, pasando por las caricias, los besos, el sexo oral, la penetración anal, entre tantas otras. Muchas de estas no requieren de una erección para llevarse a cabo.
En términos del tiempo, podemos acudir a un aspecto fundamental: la subjetividad. Cada persona tiene gustos y preferencias específicos y únicos, el disfrute respecto a los tiempos compartidos con otras personas e incluso a solas es variable, además pensemos que también se ven implicados factores emocionales, contextuales y fisiológicos, en el momento de tener un encuentro sexual.
Por ejemplo, cuando un encuentro donde hay penetración es muy extenso, es posible que disminuya la lubricación (si hablamos de un encuentro con una persona con vulva) y llegue a ser doloroso en algún punto, aunque sabemos que se pueden usar lubricantes (luego hablaremos de cuales) y que pueden variar las prácticas sexuales, es importante conversar con la pareja y preguntar sobre su placer respecto a este punto.
Ahora, vamos a hablar del tamaño. Las leyendas urbanas dicen que “entre más grande mejor” pero… ¿será cierto?, ¿de dónde viene esta idea? Pensemos en la fisiología humana, el canal vaginal tiene una longitud variable entre los 8 y 11 centímetros, pero de ese fragmento, es sensible únicamente el primer tercio. Dirán, bueno, pero sabemos que, si se estimula el cérvix, la persona puede llegar al orgasmo, pues sí, eso es cierto, pero entonces no se necesitan 25 centímetros para lograr estimularlo.
Y si hablamos de sexo anal, recordemos que el ano es una zona que no tiene la misma flexibilidad que la vagina, tampoco cuenta con lubricación (siempre hay que usar un buen lubricante), por lo tanto, para poder estimular las terminaciones nerviosas que lo componen, no se requiere de un pene “grande”, es más, con un dildo, un plug anal o un dedo, es más que suficiente para generar muchísimo placer, así que…
Bueno, tampoco vamos a decir mentiras, aquí entra en juego el tema de preferencias, hay personas que prefieren un pene que tenga un diámetro considerable, sin que su longitud sea igual, otras personas lo prefieren, al contrario, ya saben que, para los gustos, los colores.
Entonces si vemos todo esto nos podemos dirigir a la segunda pregunta ¿de dónde viene esta leyenda urbana?, la respuesta tiene que ver con algo que hace parte de nuestra historia: el porno o videos de entrenamiento para adultos (para ser más técnicos). Hago una aclaración inicial, no tengo nada en contra de su uso (cuando el material sea creado y compartido con el consentimiento de las partes que participan). Por el contrario, considero que cumple, en su mayoría, con el propósito principal que es generar excitación en quien lo ve (ojito, si ya pasamos a un tema de dependencia en su uso, hay que consultar con profesionales).
Aunque soy partidaria, en muchas ocasiones hay un tremendo impacto en el desarrollo de la sexualidad de las personas, en este caso de aquellas que tienen pene, porque no se logra establecer una clara diferencia entre la ficción y la realidad. Por favor, recordemos siempre que esto es actuado, que a las personas se les contrata, teniendo en cuenta unas características especiales referentes a su físico, entre ellos el tamaño del pene. Estas personas son la excepción, no la regla. Es más, se llevó a cabo un estudio a nivel internacional y se concluyó que el tamaño promedio de un pene en erección es entre los 13 y 15 centímetros, esto claramente varía de acuerdo a cada país.
Como podemos ver, aclarando un par de mitos, nos encontramos con diferentes factores que explican como la sexualidad no gira únicamente en torno al tamaño de los genitales, la duración o el tiempo de un encuentro sexual. Para vivirla de manera placentera y saludable necesitamos varios elementos: una buena comunicación, amar nuestro cuerpo, reconocer que nos gusta y que no, establecer límites y muchas cosas más.
*Si no eres de Colombia, con polvo nos referimos a las relaciones sexuales, es una forma coloquial de hacer referencia a esto.
Ps. Paola Andrea Beltrán
Mg. Psicología Clínica y de la Familia
Mtr. Ciencias de la Sexología
@psico_sexologa
2 comentarios en “Del tamaño, otros mitos y leyendas urbanas”
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