Mi gran amiga me pide con un mes de antelación que escriba un nuevo post para Loversplay. Y aquí estoy ante ustedes, pacientes lectores, en blanco, desnuda la página. Lo intenté varias veces, me senté a escribir dos párrafos sin mucho sentido, sin norte. Escribí en mi nuevo planificador ‘Artículo sex’ en el top 5 de mis prioridades de las últimas dos semanas y no conseguí ponerle chulo. Revisé información sobre juguetes sexuales en el inmenso mar de internet en busca de inspiración. Nada me motivó. Me parece que todo está dicho y que no tengo nada qué aportar. Frustrada ante mi bloqueo dimití a tres días de la entrega del artículo.
Pero de repente, 24 horas antes, me pongo a escribir esta pequeña reflexión (pequeña autoflagelación, podría llamarla) y corroboro eso de que “más difícil es no hacer nada que empezar a hacerlo”, y de pronto veo que ya van diez líneas y que jalando, jalando puede que al final algo salga del fondo.
Todos alguna vez – o muchas – nos hemos sentido bloqueados o creemos estar bloqueados por algo o alguien. En el trabajo, las artes, las relaciones, los proyectos o los propósitos. Y por supuesto (no digas que no…) nos hemos sentido bloqueados en la sexualidad, sin ganas, sin disfrute, con dolor o con miedo. Motivos hay cientos: desde depresión, estrés, desequilibrios hormonales, hasta un categórico ‘fin de la atracción’.
Consulto la Real Academia de la Lengua Española y hay dos acepciones para ‘sexualidad’:
1. f. Conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo.
2. f. Apetito sexual, propensión al placer carnal.
Así, en la segunda, empiezo a encontrar pistas para mi página en blanco. Y al buscar ‘apetito’ me encuentro con:
1. m. Impulso instintivo que lleva a satisfacer deseos o necesidades.
4. m. p. us. Cosa que excita el deseo de algo.

Impulso, ganas, deseo, propensión. Tan simple como que a veces tenemos todo eso y a veces no: para comernos un pastel, para ir al gimnasio, para escribir un informe, para ir de compras, para vernos con alguien. Y así como nos parece normal encontrarnos un día sin apetito y comemos por inercia o porque toca, también hemos sentido un hambre voraz y queremos más y más. ¿A quién no le ha pasado que de tanto estrés se le olvida sentarse a comer? Sin duda el apetito se nos bloquea o lo bloqueamos.
Por supuesto nos hemos sentido bloqueados frente a la sexualidad, desanimados por la monotonía, la soledad (aunque sea acompañada), sin inspiración, sin fuerzas. Y nos quedamos insatisfechos, malhumorados, como abandonados, obligados, reprimidos, temerosos o tristes. Y hay que hacer algo con todo eso.
El apetito sexual debería ser siempre como el gastronómico: un asunto alegre, motivante, consciente, relajante, lleno de gozo y creatividad. En todo caso, de entrega al placer de sentir placer. Pero con cierta frecuencia no lo es, porque somos un todo interrelacionado y asistimos al baile de nuestras emociones con las preocupaciones y los desafíos diarios, los afanes y las distracciones, el pasado y las expectativas. Y cuántas veces nos olvidamos de nuestro placer por andar pendientes de complacer a los demás.
Para los momentos críticos de bloqueo –sea intelectual, emocional o sexual– quizá nos ha faltado detenernos y buscar un poco de silencio para conectarnos con nosotros mismos y escuchar con atención las voces interiores detrás del ruido externo y del propio ruido mental… para descubrir pistas de por qué estamos bloqueados, por qué no fluimos o por qué buscamos inconscientemente excusas para no avanzar.
Y en el caso de la sexualidad ese silencio revelador de respuestas quizá lo podamos encontrar en la autoexploración pausada, en la búsqueda curiosa del placer en nuestras manos. La masturbación nos empodera porque nos hace sentir independientes, dueños y conocedores –como el que más– de nuestro cuerpo, de nuestro propio placer.
Así que regálate una caricia, un rato de autoerotismo, concentrado en el aquí y el ahora, conectado con el goce y abriendo –quizá– una puerta hacia el desbloqueo. Tu mismo o con juguetes como los de Loversplay.
Por Patricia Medrano